Vueltas

Mientras contemplaba la luna menguante frente a su balcón, tuvo un momento de flaqueza y se preguntó qué estaría haciendo Ella en aquel momento, a un centenar de kilómetros de allí.

Pero igual de rápido que vino, el momento de flaqueza se fue. Porque, a aquellas alturas de la vida, sería fácil apostar su mano derecha a que Ella podía estar haciendo un millón de cosas, pero no pensar en él.

Para qué darle más vueltas.