Él había enviado canciones decenas de veces para expresar de forma sencilla sus sentimientos, pero en muy contadas ocasiones las había recibido. Por eso se sorprendió tanto aquella vez, y más al ver quién la remitía. La canción era bonita, la letra era acertadisima, y la intención, más que evidente.
Durante un momento, media sonrisa se le pintó en la cara, hasta que empezó a sentir que aquella canción puede que llegara demasiado tarde.