Cada minuto a Su lado era una bendición. Cada segundo que Su mano se demoraba sobre su brazo era terapia. Cada mirada directa a los ojos era vida. Cada roce, cada disimulo, cada sonrisa eran alimento, eran energía, eran todo.
Cada instante cerca de Ella bien valía todas las renuncias, todos los sacrificios que hicieran falta.