Pese al frío atroz, el resfriado monumental que padecía y después de haber pasado toda la tarde con Ella, aquella noche de aniversario obligaba a sesión de balcón, bourbon y auriculares con Sus canciones. Y, en medio de la montaña rusa que cabalgaba entre la pena, la impotencia, la rabia y la resignación, le dio por pensar que juraría olvidarla y renunciar por completo a cambio de tenerla a Ella una sola vez más entre sus brazos, entre sus labios y entre sus sábanas.
Pero en el fondo sabía que se engañaba a sí mismo, porque nunca podría renunciar a Ella. De hecho, de lo que sí sería capaz era de volver a pasar por el infierno de los últimos seis meses con tal de estar con Ella una última vez.