Triste y cansado como estaba, aquella noche decidió prescindir del bourbon, la música y el balcón. Solo quería dormir mil horas de un tirón para descubrir al despertar que había conseguido olvidarse de Ella.
Pero, ya metido en la cama y justo cuando se le cerraban los ojos, el maldito algoritmo le arrojó a la cara un poema de Ernesto Cardenal que ya había leído en alguna otra ocasión:
«Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.»Con los ojos como platos y el corazón latiendo con fuerza, se incorporó y se puso las zapatillas: parecía que sí iba a haber bourbon aquella noche al final.