Estaba ya metido en la cama cuando reparó en una notificación de una de las apps de almacenamiento de fotos de su móvil, la típica de «hoy hace un año de…» Y de entre las fotos y memes que se habían guardado en la app doce meses antes, destacó una foto de Ella, concretamente de su outfit, porque aunque no se le veía la cara, podía reconocer aquella figura, aquel ombligo y aquella mariposa tatuada entre un millón de personas. El caso es que le extrañó tener aquella foto, y no se le ocurrió mejor idea que la de entrar en el chat privado que compartían y volver a los mensajes que se habían cruzado justo un año atrás, para ver si se la había enviado Ella. Y claro, fue un grave error…
La foto estaba allí, era su outfit para las cañas. Y también estaban sus mensajes anunciando que llegaba a su casa y asegurándose de cuál era el piso, y entonces recordó que aquel día habían estado juntos, que habían hecho suplicar piedad a su cama, que se habían tomado las cervezas después, que se habían escrito a lo largo de todo el día, que se pensaban el uno al otro sin poder evitarlo.
Y mientras hacía fuerza por contener las lágrimas, de entre las 241 canciones que había en la playlist, salió aquella de P!nk que decía «I don’t believe you», y se le cayó el mundo encima. Porque como había leído apenas un rato antes, las personas son lo que hacen, no lo que dicen.