Apenas había transcurrido una semana de su «nueva vida», y a él ya le parecía un mes. A medida que se iba acercando a los grandes cambios, se empezaba a dar cuenta de todo lo que se iba a quedar atrás, y aunque se alegraba por algunas de aquellas cosas, se entristecía por otras.
Por eso se había centrado en lo práctico, en lo inmediato, y había bloqueado por completo todo lo sentimental, como pensar en Ella. No se sentía ni con capacidad ni con ánimo de enfrentarse a aquel cambio, o a analizar aquel mensaje que, aunque privado, estaba escrito en plural, y no en singular como él habría deseado. Como todos los que le había enviado siempre él.
En cualquier caso, era época de renovaciones, y de aquellos temas tan profundos, tan enraizados, ya tendría tiempo de ocuparse.