Fue solo durante un instante, menos de lo que dura un pestañeo, pero sus dedos se rozaron. Un leve contacto, que provocó una reacción en cadena: la música, las voces, el ruido, todo se apagó. Sus ojos se cerraron, se transportó a otro lugar, a otro tiempo, con Ella entre sus brazos y él entre los Suyos, con sus labios que se soldaban como con estaño.
Tardó en abrir los ojos lo máximo que pudo.