Definitivamente, no estaba disfrutando de su experiencia en yoga. Primero porque en el aspecto físico se sentía torpe, ridículo e inútil, se avergonzaba de sudar a mares, y descubría que su cuerpo estaba permanentemente en tensión. Y segundo, porque cada vez que cerraba los ojos y trataba de despejar la mente y relajarse, lo único que aparecía en su cabeza era justamente aquello que necesitaba dejar atrás.
Tenía claro que debía seguir intentándolo, pero tampoco se iba a empeñar en persistir en algo que le generaba tensión y nerviosismo. Para eso ya tenía sus noches.