Pedir

El publicó una foto que reflejaba, o al menos lo procuraba, la paz de que disfrutaba en aquel momento: la piscina de agua límpida, la cerveza helada, la brisa fresca del atardecer, la puesta de sol, la música suave y tranquila… Poco más podía pedir, hasta que sonó el móvil indicando que a Ella le gustaba la foto.

Entonces sí pidió más, la pidió a Ella a su lado, como aquella tarde de hacía años.

Luego el sol se puso del todo y, contemplando el reflejo de la luna en el agua, pintó media sonrisa triste en la cara al pensar en lo bonito, e inútil, que es soñar.

Pedir

Puestos a pedir, daría todo por salir una noche con Ella, en una ciudad donde nadie los conociera a nadie y a nadie le importaran; donde pudieran reír y bailar hasta que les dolieran los huesos, y pudieran hablarse al oído y sentir el aliento del otro en el cuello; donde pudieran pedir una botella de tequila y liarse a chupitos hasta caer de espaldas, y pudieran mirarse sin parar hasta que les sangraran los ojos; donde los únicos suspiros y resoplidos fueran los que salieran de sus bocas al separarse, y al bajar del taxi sus pasos les llevaran a una misma cama.

Pero la realidad era la que era, y al final, un simple rato hablando de cosas mundanas como el trabajo, los niños o la dieta, le acababan devolviendo la vida que la Tormenta le había arrebatado.

Un ratito de estos de vez en cuando, tampoco era tanto pedir.