Recibió una mala noticia de un familiar y, aunque a él casi no le afectaba, le removió por dentro hasta el punto de arrancarle lágrimas de impotencia y frustración.
Porque la vida era cada día más injusta, porque eran los buenos, los cumplidores, los honestos, los que se topaban con todas las piedras del camino; los que se encontraban las ruedas pinchadas un día sí y otro también; los que, por cada paso que daban, parecían retroceder dos.
Así que apretó los dientes, se secó las lágrimas y se puso en pie prometiendo que nunca se rendiría, que ya no daría más pasos atrás, que pelearía hasta el final. Con suerte o sin suerte, con sonrisas o con lágrimas, con amor o sin amor.
Con Ella, o sin Ella.