Aguantó el tipo como pudo después de toda una tarde y una noche de estar cerca de Ella, de que se hubiera cumplido todo lo que pensaba, de que hubieran tenido sus pequeños momentos a solas en los que le confesó que también le añoraba, que también Ella recordaba lo vivido un año antes.
Aguantó el tipo hasta que llegó a casa, hasta que se sentó en la cama para descalzarse y se le vino el mundo encima, y las canciones le golpearon como mazas, y un maremoto de lágrimas le dejó desamparado e indefenso como hacía meses que no se sentía. Entonces sacó los restos de la botella de bourbon, y se le escapó todo de las manos.
Porque podría tener muy claro que aquel nuevo año tenía que ser el primero sin Ella después de dos décadas, pero había que hacerlo de verdad, incluso cuando Ella lo intuía y «le animaba» a cumplirlo. Había que sobreponerse a las canciones, al bourbon y al mar de lágrimas, y no iba a ser fácil. Nada fácil.