Cada maldito instante

Aunque habían convenido que él no lo haría para evitar riesgos, decidió que le escribiría para proponerle un encuentro antes del parón navideño, aunque fuera fugaz y formal: no podía, ni quería, permitir que aquella llama se apagase antes de tiempo.

Porque, por mucho que supiera que aquella historia era una locura, que era como pegarse un tiro en el pie, que el futuro para ellos era más que oscuro, tenía claro que iba a disfrutar al máximo cada maldito instante que durase. Cada maldito instante.

Maldito

El viento soplaba fuerte en aquella noche inusualmente fría de finales de mayo, mientras él seguía preguntándose por que no era capaz de dejar de pensar en Ella. Si todo estaba terminado, si ya no había nada que hacer, si la magia se había evaporado, ¿qué era lo que le mantenía enganchado, qué impulso conservaba el bucle infinito que le devolvía a Ella cuando casi no siquiera quedaban palabras que escribir?

Maldito hilo rojo.