Le había sentado bien volver al trabajo, volver al gimnasio, a sus rutinas de antes, porque seguía pensando en Ella continuamente, pero ya no sentía aquella angustia aplastante ni la sensación de pérdida continua. Era evidente que salir de casa, tener la mente ocupada en otras cosas conseguía que Su Ausencia arañase menos, que Su vacío se cerrase un poco.
Eso… O que Ella le había escrito el día anterior diciendo que, antes o después, volvería a llamar a su puerta. Al final iba a ser verdad lo que Ella repetía tantas veces de que no tenían remedio…