Cada maldito instante

Aunque habían convenido que él no lo haría para evitar riesgos, decidió que le escribiría para proponerle un encuentro antes del parón navideño, aunque fuera fugaz y formal: no podía, ni quería, permitir que aquella llama se apagase antes de tiempo.

Porque, por mucho que supiera que aquella historia era una locura, que era como pegarse un tiro en el pie, que el futuro para ellos era más que oscuro, tenía claro que iba a disfrutar al máximo cada maldito instante que durase. Cada maldito instante.

Instante

Estaba tan concentrado en la recta final de sus estudios, que parecía no tener tiempo para pensar en Ella, y mucho menos para ponerlo por escrito. Pero no era cierto: seguía pensando en Ella cada minuto de cada hora de cada día de su vida. La diferencia era que se obligaba a confinar sus sentimientos en las mazmorras de sus entrañas, para así poder disponer de todo su tiempo sin distracciones.

Pero luego, sin esperarlo, empezaban a llegar Sus mensajes preocupándose por él, y todo el plan se le venía abajo, y sonreía durante el instante en que volvía a soñar. Y, después de aquel instante, bajada a las mazmorras y vuelta a empezar.