Se sentía tan indefenso, tan desvalido… Daba igual lo que decidiera, cuando Ella aparecía todo se iba al garete: no sabía si acercarse o marchar, si mostrarse distante o amigable, si contenerse o bromear. Cuando llegaba Ella quedaba desarmado, acobardado por el miedo a decepcionarla de alguna manera.
No sabía cómo actuar, porque no sabía no amarla.