Daba igual cuánto se esforzara, cuánto se opusiera, cuánto intentaea distraerse: cuando estaba en el filo entre la vigilia y la somnolencia, la última imagen en su cabeza seguía siendo la misma.
Y después de dos décadas y con la situación actual, aquella imagen empezaba a parecerse más a una espina que a una flecha en su corazón.