Ahora que se estaba esfumando toda la emoción de un día entero con Ella, empezaba a plantearse si realmente había sido una buena idea, teniendo en cuenta que había rechazado otros «planes» mucho más factibles y reales que la ingenua y eterna aspiración de obtener Su amor. Había desechado a personas que sí parecían estar interesadas en él por regresar al antiguo y fútil hábito de conformarse con Su compañía, con buscar Su mirada, con embriagarse de su perfume. Incluso cuando se quedaron a solas y pudo haber intentado algo, decidió no hacerlo y conformarse con estrecharla entre sus brazos, porque un beso probablemente no colmaría los deseos de ninguno, y sí rompería aún más su ya maltrecha relación.
Así, cuando un idiota en la calle quiso bromear sobre su aparente «fracaso» en el portal, le entraron ganas de gritarle que también había sido su decisión, no solo de Ella.
Lo que quedaba por ver es qué precio acabaría por aquella decisión.