Habían decidido que aquella sería la última vez, y aunque Ella medio bromeó con algun arrebato de los Suyos y él le respondió con su nueva frase favorita de «say when», de aquel periodo excepcional de pseudo-libertad sólo les quedaba una mañana más, un último cartucho, y Ella ya le había dicho que le era imposible.
Así que él ya se estaba organizando la mañana siguiente, convencido de que no dejaría de pensar en que se le escapaba la última oportunidad de estar con Ella antes de que sus vidas continuasen adelante y ya fuera imposible del todo. Por muy auto convencido, decidido o resignado que estuviera a aceptar la realidad, perder la última ocasión de tenerla en cuerpo y alma entre sus brazos le reventaba el alma en pedazos. Daría lo que fuera, lo que fuera, por estar con Ella otra vez. Y lo peor era saber que Ella también.