Al día siguente volvería a verla. Se sentarían durante varias horas a una mesa de convite rodeados de gente, y procurarían ocupar asientos bien colocados para poder mantener conversiones y mirarse de vez en cuando. Mantendrían la ya acostumbrada indiferencia cordial, y fingirían oído cell tiempo que no estaban deseando verse, y hablar, y tocarse, y reírse juntos, y tomarse una copa. Fingirían que no se echaban de menos.
O, al menos, él lo fingiría. Si Ella le echaba de menos o no, serían Sus ojos quienes lo revelaría, como la última vez.