Estrella Michelin

Y entonces, cuando menos se lo esperaba, apareció alguien desconocido e imprevisto, como un soplo de aire fresco que revive una habitación cerrada durante toda la noche, con la promesa de un nuevo día con sus ilusiones y esperanzas renovadas.

Y sí, sabía de sobra que no era la persona indicada y que no iba a durar, pero, acostumbrado durante más de media vida a ser el segundo plato, no estaba nada mal sentirse como una estrella michelín durante unos días.

Estrella

Ahí estaba Ella, radiante como una estrella del firmamento. Porque realmente era como una estrella, luminosa, brillante, enigmática, que se podía contemplar noche tras noche durante una vida entera y maravillarte con su magia. Pero de la que sabías que siempre te separarían millones de kilómetros de distancia.

Estrella

Odiaba repetirse, pero no lo podía evitar: cuando Ella aparecía, el resto de la realidad dejaba de importar. Y no era solo por su belleza inaudita o su figura asombrosa, sino por cómo atraía la luz para proyectarla amplificada.

Era como tener una estrella al alcance de la mano.