El momento fue intenso como pocos en su vida: Ella, serena y calmada; él, con la boca seca y el pulso acelerado. Ella, escogiendo con cuidado y pausa las palabras; él, dejando salir sus sentimientos en tropel, como el agua de un grifo abierto a tope. Ella, admitiendo que él había logrado conquistar un pedacito de Su corazón; él, rindiéndose a la evidencia de que Ella era la dueña y señora del suyo desde hacía una eternidad.

Ambos unidos por muy buenas intenciones, pero separados por un escalón demasiado alto