Me he levantado a la hora prevista pero muerto de sueño porque me enredé viendo Gladiador como un idiota. Al menos he encontrado un sitio chulo para desayunar, pero al montarme en el coche me ha caído una tromba de agua tremenda, la primera hora ha sido complicada por la cantidad de agua y la malla visibilidad. Y nada más entrar en Francia, los peajes: tengo que calcularlo, prto creo que han sido como 60€ en peajes.
A mitad de la mañana me he encontrado de causalidad con Barbezieux, el pueblito de aquella preciosa chica que me descubrió el sexo hace más de tres décadas y de la que nunca volví a saber nada (solo que corre medias maratones). No he podido resistir la tentación de salirme de trayecto y dar una vuelta por el pueblo, con la suerte de encontrar el parque en el que (creo) que Valérie me escribió su última carta. De tener alguna forma de contactar con ella, se lo diría, pero no la tengo. Aún así, ha sido chulo recuperar esa parte de mi pasado.
El problema es que el momento de nostalgia me ha retrasado una hora, y entre el tráfico, los peajes y la lluvia intermitente he creído que no llegaba a Caen antes de 7, que era la hora a la que cerraba la recepción del apartahotel en que me quedo. Gracias a «malcomer» en un McDonald’s a las afueras de Poitiers y a que no he tenido sueño por la tarde, solo he parado una vez a llenar depósito y pipí rápido, he ahorrado tiempo y he llegado con media hora de margen a Caen. Hablando de depósitos, el gasoil a casi 2€ el litro, menuda salvajada… Pero obviando el tema, la parte de viaje por la tarde ha sido muy chula: me he puesto «nuestra» lista, he ido cantando a pleno pulmón, y junto con el sol y un paisaje precioso, he disfrutado a tope, y menos cansado que ayer. Pero claro, al final le he escrito…
El check-in ha sido fácil, la chica hablaba un inglés cojonudo, y la habitación es cutrecilla pero con una cama enorme, así que me doy por satisfecho. He descansado un ratillo y me he echado rápido a la calle para ir al castillo h centro de Caen, que lo tengo cerca. El paseo ha sido muy agradable, y como llevaba la mochila he querido comprar algo de cena para tratar de ahorrar un poco. Pero el supermercado francés es un asco, no entiendo nada y no había cosas típicas y básicas, así que entre una ensalada, algo de fiambre y pan de molde (está todo bastante malo) he apañado una cena de compromiso, que me ha salido más cara que un kebab o similar.
Todo el centro de Caen huele a comida. No es que sea desagradable, pero cansa. Y aunque es bonito, estaba todo muy vacío y un poco descuidado. Siguiendo una guía de Internet he querido ir al puerto deportivo que en realidad es un mojón, así que me he pedido una pinta de cerveza en uno de los bares de enfrente, muy típico y pintoresco: me han clavado 8,30€, está claro que he pagado el pato de guiri gilipollas, pero al menos estoy medio borracho, no sé qué graduación tiene la cerveza pero me ha pegado una pelfa que no veas. Aprovechando la coyuntura le he mandado una foto a Ella con la cerveza: salgo horrible, pero después de todo el día (especialmente la tarde, con las canciones y demás) con Ella en la cabeza algo tenía que hacer… Después de acabar la cerveza, me vuelvo al hotel. La ciudad es preciosa, voy un poco bebido y llevo los auriculares… Cómo no voy a pensar en Ella?
Ya en la cama intento comprar la entrada de mañana para el Memorial, el mejor museo bélico de Normandía, pero me da fallo el pago, así que renuncio, la comparé allí. Se me cierran los ojos, y Ella sigue dando vueltas por mi cabeza, para variar. No puedo olvidarme de Su felicitación especial, a ver qué se me ocurre.
Toca dormir, mañana será un día de poco coche y mucho andar, necesito descansar.