Estaba a punto de dormirse cuando, sin saber muy bien por qué, se coló en su cabeza la imagen de aquel primer beso apasionado que se dieron hacía tantos años. Pensó en que daría lo que fuera por volver a estar sentado a Su lado durante horas, disimulando mientas se cogían de la mano bajo la mesa; daría lo que fuera por recorrer Su piel con las yemas de los dedos; daría lo que fuera por estrecharla entre sus brazos y sentir Su cuerpo apretándose con furia contra el suyo.
Daría lo que fuera por poder besarla de nuevo, aunque fuera un beso de despedida.