Habían pasado cuatro años. Aunque no le hacía falta, una foto en su almacén de imágenes se encargó de recordárselo: cuatro años de aquel momento en la cocina de Su apartamento de la playa en que, justo después de que él le confesara que estaba destrozado, Ella le besó, haciendo que su mundo comenzase a girar de nuevo.
Curiosamente, no habían pasado ni quince minutos desde que vio la foto del recuerdo en el móvil cuando Ella le escribió para desearle unas felices vacaciones, a lo que él contestó con cortesía y amabilidad. No pudo evitar hacer referencia al aniversario, pero se despidió solicitando un brindis a distancia, y no un «espero que nos veamos pronto«, como siempre solía hacer. Por muy imposible que pareciera, la esperanza que se encendió con aquel beso furtivo se había terminado perdiendo del todo cuatro años después.