Como todos los años por aquellas fechas, siempre le llegaba alguien preguntando que qué regalo le gustaría tener por su cumpleaños. Conseguida la ansiada estabilidad laboral, tenía que inventarse cosas como ser piloto por un día o viajar a lugares recónditos, porque su deseo más profundo no se lo podía confesar a nadie: aquel año, más que nunca antes, deseaba verla entrar a Ella por la puerta de su casa una última vez, y poder darle el final merecido al capítulo más largo de su vida. Un capítulo que se iba a cerrar justo al soplar las velas de su cumpleaños.