La echó de menos. Le extrañó que, justo en el día después de su operación, Ella no le escribiese en todo el día. Lo achacó a exceso de trabajo, a exceso de prudencia, o incluso a exceso de tormenta en Su cabeza. Porque sí, seguía teniendo encendida la luz de alarma en su cabeza desde el domingo anterior en que su encuentro salió sólo «medio bien» y porque Ella le confesó lo descentrada que estaba.
Pero tampoco quería arriesgarse a sobrepensar, especialmente en aquellos días de encierro forzoso y dolores físicos. Tenía que centrarse en él, en recuperase, en volver a estar al cien por cien cuanto antes. Iba a continuar pensando en Ella, echándola de menos y ansiando Su contacto, pero se tenía que centrar en él. Confiando en que Ella seguiría a su lado, a Su manera. Pero centrado en él.