Había pasado todo el día con Ella, y al despedirse y llegar a casa se sintió tan huérfano que necesitó escribir algo. Pero tras varios intentos acabó desistiendo. Sentía que ya no contaba nada, que siempre hablaba de lo mismo, que se había sumido de nuevo en la nostalgia.
Así que al final optó por mandarle una canción directamente a Ella, y con ello cerró el cúmulo de errores del día. Y todo por amarla demasiado, todo por la puta nostalgia.
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Random
Y fue entonces, justo en medio de sus tribulaciones y su insomnio, cuando la función «random» de su reproductor decidió escupirle a la cara una de las canciones que Ella le había enseñado días atrás:
«Si todo es mentira,
y la mentira soy yo
deja que esta vez,
te hable con mi valor.Me sigues gustando,
te sigo soñando,
es esta la forma que tengo
cariño de demostrarlo»Y fue entonces, justo en medio de sus tribulaciones y su insomnio, cuando decidió que era imposible que Ella no pensara en él con aquella canción. De poco le iba a servir, era cierto, pero nada ni nadie en el mundo lograría convencerle de que, por una vez, Ella le había «hablado» con una canción a él.
Aunque no fuera verdad.
Smile
Aunque ayudada en gran medida por un extraordinario resultado académico que Ella había conseguido, aquella tarde la vio sonreír de nuevo, vio otra vez brillar Sus maravillosos ojos, se reencontró con la luz que iluminaba aquel rostro que tanto amaba. Puede que su aportación hubiera sido insignificante, pero al menos sentía que había cumplido con su deber. Y con ello, había logrado que ambos se sintieran un poquito mejor.
De la horrible sensación de que le quedaban apenas unos pocos capítulos antes de aquel libro se terminara ya se encargaría más adelante porque, irónicamente, la última canción que escuchó antes de caer rendido comenzaba con un «you’re so precious when you smile».
Munición
Había perdido la cuenta de las entradas en su Refugio que podía haber escrito en los últimos días de haber podido dedicarse a ello, especialmente tras aquel escueto mensaje en el Ella le contaba cuán devastado estaba Su mundo, pero en el que a la vez le pedía que se centrara en él mismo. Él sabía que, especialmente en un momento tan delicado, Ella sólo pretendía que sus problemas no le salpicaran a él, que no le despistaran a tan pocas semanas del examen más importante de su vida, pero lo que consiguió fue justamente el efecto contrario. Quizá fuera porque Ella sí que había logrado pasar página desde aquel «ya no puedo esperarte más» que le había dicho un año y medio atrás, o simplemente porque no se daba cuenta de que, como decía la canción, uno era capaz de dispararle a la luna, de extinguir el sol, cuando se ama a alguien.
Y aunque él andaba a muy corto de munición, estaba decidido a seguir disparando hasta la última bala.
Amargo
En un día como aquel, en que apenas cruzaron unas pocas palabras y sus ojos no se encontraron ni una sola vez, le vino a la cabeza la estrofa de una canción de las que dolían:
«Yo no sé si un día esta herida cure, pero estoy seguro de que hoy no será, puede que mi corazón así madure, imaginando que le quede un trozo más»
Si aquel amor tenía los días contados, si tenía que acabar muriendo, suplicaba que no fuera así, con un sabor amargo en la boca.
Despedirse
Cuando descubrió otra de aquellas canciones que parecían escritas por y para ellos dos, y consiguió reprimir las ansias de enviársela, se detuvo a pensar en que quizá debería haberle escrito para «despedirse», para que Ella estuviera al tanto de su Decisión. Pero después de meditarlo con un poco de objetividad, se dio cuenta de que no merecía la pena: los cambios que había planeado apenas si se iban a notar en su relación en el mundo real, en el que se seguirían viendo de vez en cuando, y actuarían con la normalidad propia de los amigos que se suponía que eran.
Donde residía el grueso de su «problema», donde se iban a resquebrajar cimientos y producirse fracturas, era en lo más profundo de su corazón.
Beautiful
Le resultó gracioso que Ella compartiera en sus redes sociales una canción «descubierta» con una de aquellas apps para identificar la música que está sonando, cuando él le había enviado aquella misma canción quince años atrás. Por lo que parecía, mientras que él había escuchado Beautiful cientos de veces durante una década y media, Ella la acababa de redescubrir ayudada por una app, lo que constituía una buena metáfora de aquella pseudo-relación de casi media vida. Pero, por una vez, no se iba a dedicar a buscar razones ocultas, ni a leer entre líneas, ni a ninguno de sus viejos vicios, sino que iba a tomar las cosas tal como eran.
Al menos, aquel episodio de la canción le había pintado una sonrisa en la cara. Triste, pero que no dejaba de ser una sonrisa.
Suplicar
Como decía la última canción de su artista favorito, esta vez la vida le había roto la boca, y su sangre era también roja, escandalosa como siempre hasta el final. Después de tantos años de que le viera llegar con el mundo entre las manos para Ella, de que le viera arrastrando su cordura en el camino a la locura por Su amor, por fin tenía claro lo que realmente era él.
Pero, a diferencia del protagonista de la canción, a él ya sí que le empezaba a importar suplicar una vez más un poco de aire para respirar, aunque fuera por Ella.
Canciones
Y allí estaba Ella de nuevo, invadiendo otra vez su mente por completo, aniquilando sus defensas y robándole el aire.
Malditas canciones, que la traían continuamente de vuelta. Malditas canciones, que no era capaz de dejar de escuchar.