Cada rato que pasaba con Ella era una bendición. Se le llenaba el estómago de mariposas, la cabeza de canciones y el corazón de sentimientos.
Pero si Ella se acercaba y posaba una de sus manos sobre él, o él rodeaba Su cintura al hablarle al oído, entonces todo se paraba, y parecía que el universo entero estaba a sus pies. Cada momento de aquellos era oro puro, era una bendición.