Después de una noche de sábado desastrosa, se sentó en su balcón con un más que generoso bourbon dispuesto a dar rienda suelta a sus emociones y transportarse a torres inclinadas y duomos.
Y sin embargo, le fallaba la banda sonora. A pesar de tener cientos de canciones guardadas sobre amor o desamor, no encontraba ninguna que hablase de indiferencia. Porque, una vez cumplidos todos los aniversarios, y salvo algún momento muy puntual, lo único que había recibido en el último año había sido indiferencia. Real o fingida, pero indiferencia al fin y al cabo.