«Anda, ven».
Las mismas dos palabras que siete años atrás, en aquella maravillosa tarde a la que solo le faltó un beso para ser perfecta.
Durante aquellos siete años, él había salido corriendo a Su encuentro cada vez que Ella se lo había pedido. Y sin embargo, esta última vez dudó: no solo por las obligaciones familiares que tenía, sino por ser honesto consigo mismo y con la decisión de alejarse del todo de Ella. Pero tenía tantas ganas de verla, de comprobar que se encontraba bien, de colgarse otra vez de Sus ojos…
«Anda, ven», y él fue. Y cuando volvía a su casa decidiendo que aquella noche necesitaría un bourbon porque no podía dejar de pensar en Ella, otra vez, se arrepintió de haber ido.
Siete años y un millón de cosas después.