Al margen

Tras un breve intercambio de memes afectuosos, él había optado por refugiarse en la familia y amigos cercanos aquel fin de semana, y huir de bares, alcoholes y complicaciones. Pero sobre todo había huido de bourbon y auriculares, pensando en que si ganaba horas de sueño perdería cansancio físico y lastre en el corazón. Sabiendo ya que comenzaba la semana más crítica para Ella, contaba con que estaría más desaparecida que nunca, y que a él su conciencia y su lealtad le obligarían a mantenerse al margen. Por tanto, si conseguía aislarse un poco de todo y estar más descansado, quizá pudiera afrontar aquella segunda semana veraniega ficticia con mayores garantías.

Con lo que no contaba era con que, cuantas más horas dormía, más veces se colaba Ella en sus sueños: daba igual la cantidad de veces que se despertase, en cuanto cerraba los ojos Ella volvía a aparecer. Y así no había forma de aislarse, ni de sobreponerse, ni de controlarse, ni de mantenerse al margen, ni de nada. Siempre estaba Ella, despierto o dormido, pero siempre Ella.