Una vez dispuestos el bourbon y los auriculares, se le ocurrió revisar lo que había escrito en su Refugio en aquella misma fecha (o la más próxima posible) a lo largo de los años, y lo que encontró fue una larga sucesión de idas y venidas, de intentos y de amagos, de «quiero y no puedo», de despedidas y finales que nunca se habían llegado a realizar.
Lo único que le quedó claro es que los dos habían sido unos completos cobardes: primero, por no haberse atrevido a romper con todo para estar juntos cuando no habían logrado desengancharse el uno del otro durante décadas; y segundo, por no haber sido capaces de romper del todo el uno con el otro si les faltaba el valor para estar juntos.
Lo gracioso era que aún estaban a tiempo tanto para lo primero como, más probablemente, para lo segundo.
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Celebración
Llevaba muchos días tratando de volver al bloqueo total, especialmente después de que su plan de fiesta total se hubiera ido al garete,siendo Ella quien encabezase la oposición.
El caso es que aquello, más allá de convertir la celebración más importante de lo que le quedaba de vida en una simple cena, le había servido de punto de inflexión: había quedado claro que tenía que recuperar su fracasado propósitaño nuevo, tenía que olvidarla y empezar una nueva vida cerca o lejos, tenía que dejar de esperarla, empezando por dejar de escribir sobre Ella.
Por eso decidió darse de plazo hasta el día de su cumpleaños porque, aún con lo imprevisible que Ella era, sentía en lo más profundo de su ser el final había llegado, que ya no tenía sentido esperar más.
Al suelo
Todo el día pensando en poner punto y final a su historia con Ella, en comenzar también él con el contacto cero, en cancelar celebraciones, en bloquear todo y apostar fuerte por horizontes nuevos, para ver que Ella había publicado un simple selfie, y a él se le caía todo al suelo.
Un simple selfie.
Escaleras
Después de una cena con familiares y amigos, fue a tomar una copa a uno de los bares que llevaba años frecuentando. Y, al subir por las escaleras camino del baño, recordó cómo unos años atrás, en aquel punto exacto, Ella le había arrojado contra la pared y le había besado, dejándole atónito y loco de deseo y pasión.
Esperó hasta llegar a casa para buscar en los registros de su Refugio y encontrar la fecha exacta de aquel «incidente», pero no lo logró: encontrar una entrada exacta entre más de mil doscientas era casi igual de difícil que encontrar la llave de Su corazón. Aún así, el recuerdo permanecía indeleble, pese a todos los años, los avatares, los silencios transcurridos desde entonces. Porque solo Ella era capaz de lo más inesperado e inaudito, como un beso en el descansillo de las escaleras de un bar abarrotado, y seguir como si nada hubiera pasado.
Solo Ella.
Flower power
Lo cierto era que con la euforia de su logro, llevaba una semana de alegría y optimismo casi descontrolado, especialmente en lo que tenía que ver con Ella. Había estado muy a punto de escribirle varias veces, de enviarle la canción que tenía reservada desde hacía meses para Ella, de compartir con Ella reels y memes con aquella misma complicidad que cuando estuvieron juntos. Pero aquel discreto silencio que Ella continuaba manteniendo le frenaba en el último momento.
Y pese al acuerdo mutuo de una celebración por todo lo alto aquel verano, que en el fondo era su mayor deseo, algo le decía que enfundarse el mono de trabajo «a pico y pala» solo le iba a servir para cavar su propia tumba.
Siempre tenía que haber un pinchazo de realidad entre tanto flower power
Pestañear
Hasta que no la tuvo delante, no se dio cuenta de cuántas ganas de verla tenía en realidad. Tantas ganas, que cuando tuvo que elegir entre quedarse cerca de Ella o ir a apoyar a una de sus mejores amigas, no lo dudó ni por un instante.
Se quedó con Ella. Sin pestañear
12 de julio
Había llegado el día, lo había conseguido. Aquel 12 de julio, después de diecisiete años de esfuerzos, sacrificios, penalidades y bandazos, al fin había demostrado todo lo que valía, había enseñado todo lo que tenía por dentro, había probado que estaba preparado y era digno del título. Aquel 12 de julio sintió, casi por primera vez en su vida, que era capaz de lograr todo lo que se propusiera, fuera lo que fuese, cualquier cosa que se le pusiera por delante.
Como reconquistarla a Ella, por ejemplo.
Pavor
No había podido evitarlo. Se había esforzado por mantenerse ocupado y enfocado en mil cosas distintas, pero allí estaba, como tantas y tantas veces, sentado en su balcón con un bourbon en la mano y los auriculares en las orejas. Primero, tratando de asumir que no había sido capaz de dejar de pensar en Ella cada maldito minuto de cada maldita hora de los malditos ocho días, fiesta piscinera incluida, que llevaba de vacaciones. Y segundo, porque al día siguiente salían las notas de su examen, y del resultado de aquellas notas dependía el que se quedara o se marchase a otra ciudad para empezar de cero absoluto.
Y, siendo honesto, lo mínimo que le provocaba la persepectiva de alejarse para siempre de Ella era un pavor indescriptible, porque algo muy recóndito e irredictible dentro de él seguía gritando que Ella aún pensaba y soñaba con él.
No saber
Siempre pasaba igual: Ella escribía algún mensaje muy breve, lo suficiente como para que él no supiera si no quería conversación, o no podía, o no era un buen momento… Y claro, contestaba como podía, con varios mensajes cortos que iban dando poco a poco toda la información que él quería transmitir. A lo que Ella, a veces, respondía con emojis, lo que a él no le aclaraba si zanjaba la conversación o no, y por tanto no sabía si tenía, debía, podía continuar escribiendo o no. Y así se quedaba la cosa…
No saber. Esa era la peor sensación del mundo, no saber.
Minuto
Odiaba profundamente aquellos días teóricamente especiales en que, al final, todo se torcía y nada salía como él esperaba.
Pero los odiaba mucho más cuando lo único que sí se cumplía era que la había echado de menos a Ella desde el primer minuto hasta el último.