Una vez más, había retorcido sus horarios con tal de sacar un rato para verla. Y después de casi dos meses sin hacerlo, y aún estando Ella medio convaleciente, volvió a asombrarse con Su belleza y Su elegancia. Pero apenas cruzaron unas pocas palabras en el escaso tiempo que él pudo escamotear para Ella, y más allá de los gloriosos segundos que sostuvo Su mano en el momento de la despedida, le dolió comprobar que no tenían apenas nada más que decirse.
Así que, una vez comprobado que Su estado de salud era el correcto y que era muy improbable que Ella le necesitase para nada, él tomó camino a un concierto al que no quería ir, autoconvenciéndose de que quedarse a Su lado iba a ser aún peor.
Semanas atrás le había dicho que se iba a alejar de Ella, y su palabra era de las pocas cosas que todavía conservaba. Aún con el corazón roto.
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Triste de verdad
Por primera vez en muchas semanas, aquella noche se sintió triste de nuevo, triste de verdad.
Quizá las nuevas rutinas y la falta de sueño empezaban a pesar, quizá por la añoranza de emociones y besos, quizá por el peso de una palabra dada de la que no había vuelta atrás.
Pero, fuera por lo que fuese, aquella noche volvía a sentirse triste, triste de verdad.
Yoga
Su primera clase de yoga había sido intensa y complicada, pero no solo por su desconocimiento total de la materia y su deficiente estado físico, sino porque cada vez que cerraba los ojos y se concentraba en respirar y despejar la mente, era Su imagen lo que le inundaba por completo: sin motivo, sin razón, sin oposición.
Iba a tener que esforzarse mucho más, tanto en aprender posiciones y mantras como en bloquear su cabeza por completo.
Ocupado
Le venía bien estar tan ocupado, porque no tenía apenas tiempo de pensar, mucho menos de coger el móvil. Pero desde que se había enterado de que Ella volvía a la ciudad en apenas unos días, la inquietud se había adueñado de él.
Porque Ella iba a seguir estando frágil y vulnerable, pero él tenía un propósito que cumplir.
Firmamento
Contemplaba el firmamento nocturno, especialmente plagado de estrellas aquella noche, y recordaba cuántas veces lo había contemplado igual, con el bourbon ardiendo en su garganta y los auriculares atronando en sus oídos, pero opacado por un velo de lágrimas.
Y sin embargo, aquella noche las veía con total claridad. No ya porque supiese que pasarían semanas antes de que se vieran de nuevo, sino porque, más allá de promesas de nuevas miradas y nuevos labios en los suyos, había llegado al convencimiento de que para aquella historia el cupo de lágrimas estaba más que agotado.
Paréntesis
Se le hacía difícil resistir la tentación de escribirle por privado para interesarse por Su estado, ofrecerle una vez más su ayuda y apoyo o, simplemente, por darle conversación si se aburría. Pero realmente estaba convaleciente de una operación seria, y dudaba que fuera él quien acudiese a Sus pensamientos en aquella situación y entre dolores.
Así que se conformaba con poner chistes y algún mensaje en el grupillo que tenían, confiando en que aquello fuera suficiente para que Ella supiera cuan preocupado estaba y cuan impotente de sentía.
Y, mientras tanto, no paraba de repetirse a sí mismo que aquello solo era un paréntesis, que cuando estuviera recuperada él retomaría el camino que le alejaba de Ella.
Energías
Si era cierto que existían las energías humanas, las auras, los chakras y demás, Ella tuvo que haber sentido la energía de él envolviéndola y arropándola aquel día, porque La había tenido en su pensamiento cada minuto de cada hora.
Si no fuera porque no tenía manera de justificarlo ante el resto del mundo, se habría plantado en el hospital para acompañarla, velarla, cuidarla o lo que hubiera hecho falta. Pero la realidad era aquella, que no podía justificarlo, así que se tuvo que conformar con desear muy fuerte que todo saliera bien y que Ella supiera, de alguna forma, que estaba dispuesto a lo que fuera necesario con tal de ayudarla y hacerla sentir bien.
Ya tendría tiempo de volver a alejarse cuando tuviera la certeza de que Ella estaba sana y salva.
Debilidades
Cita
Había sido muy desafortunado que el final de la historia entre ellos hubiera coincidido con una intervención quirúrgica tan importante para Ella. No paraba de pensar en Ella, en cómo estaría en aquellos días previos, en si le ayudaría que él le escribiera con tonterías o cotilleos…
Porque él había puesto punto y final y su decisión y propósito de alejarse era firme, pero aquello era una situación especial y no paraba de ver Su imagen frágil y desvalida en su cabeza, y su eterna necesidad de cuidarla y protegerla le retorcía las tripas más que nunca.
La perenne lucha entre su razón y su corazón, la mayor de sus debilidades.
Descansos
Volvía solo a su casa una vez más después de muchas horas de alternar por segunda noche consecutiva, y de nuevo se sentía como si caminase con unos zapatos de acero. Pero aquella noche había reído, había charlado, había bailado, incluso había flirteando, y de haber tenido un escudero en condiciones, quién sabe lo que había logrado.
Así que, con un atisbo de sonrisa en los labios, decidió ahorrarse el bourbon para minimizar la resaca y ganar horas de sueño, porque aunque su vida continuara discurriendo muy cuesta arriba, antes o después acabaría encontrando pequeños descansos en el camino.
A toda costa
Cita
No le estaba siendo nada fácil emprender su nuevo camino. Había demasiados vínculos, demasiadas rutinas, demasiados sentimientos tan profundamente enraizados dentro de él después de dos décadas, que tenía que obligarse a no pensar, a no sentir, a no buscar, a no escribir, y era un tremendo esfuerzo.
Y encima estaba el tema de Su inminente cirugía, que le tenía tan preocupado que deseaba escribirle a todas horas. Pero no iba a hacerlo. Le había prometido a ambos que se iba a alejar, y estaba decidido a mantener su promesa a toda costa. Seguiría estando pendiente y disponible por si ocurría algo serio, pero nada más. Porque en aquel par de semanas se había dado cuenta de cuán huérfano de amor y cariño estaba, y tenía que remediarlo.
Lejos de Ella.
A toda costa.