Fugaces

Mientras fregaba la loza, Ella se colocó tan cerca de él que casi habría podido besarla al girar el cuello para mirarla. Aguantaron así un par de segundos, luego Ella bromeó y se marchó, y él continuó fregando.

Media hora después, cuando por fin terminó la cocina y su pulso recuperaba el ritmo habitual, decidió que debería haberla besado, pese a no estar solos. Porque era de no aprovechar aquellos momentos fugaces entre ellos de lo que luego se arrepentía durante meses.