Veía sus fotos y, por momentos, creía reunir el valor para escribirle. Nada serio, algún intento de frase ingeniosa que pareciera inocua a cualquier par de ojos que no fueran los Suyos. Pero era difícil, hacía muchos meses que reinaba el silencio entre ellos: primero por precaución, como siempre; segundo, porque Ella parecía haber cumplido con aquella frase de «ya no puedo esperarte más» que le había descerrajado a quemarropa meses atrás.
Y tercero, porque cada vez que intentaba escribirle, las únicas palabras que acudían eran «me muero sin ti«.