No esperaba verla allí. Le pilló tan de sorpresa, que en el escaso minuto que tuvieron para hablar él se quedó mudo, lo cual se empezaba a convertir en una desagradable costumbre. Sabía que Ella aún deambularía por allí durante un rato, pero estaba tan furioso consigo mismo por no ser capaz de hablarle que, en vez de escoger el mejor sitio para que sus miradas se encontraran, optó por volverse y rehuir sus ojos.
No se enteró de cuándo se marchó, y fue casi mejor así. Total, el día ya no iba a mejorar…