Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba sin verla. No es que se acostumbrara a su ausencia, pero, al menos, ahora era soportable. El titánico esfuerzo de mantener a raya a su desbocado corazón empezaba a dar sus frutos.
Había perdido la cuenta del tiempo que llevaba sin verla. No es que se acostumbrara a su ausencia, pero, al menos, ahora era soportable. El titánico esfuerzo de mantener a raya a su desbocado corazón empezaba a dar sus frutos.