Quizá había sido por el sol, que lucía tras muchos días de lluvia, quizá porque había vuelto a mirarle como sólo Ella sabía hacerlo, pero algo se removió en su interior. La tristeza y la soledad seguirían hurgando en sus entrañas, pero él había visto el camino.
Aceptó sus errores, asumió su ausencia y se preparó para luchar: no se quedaría esperando una oportunidad, la buscaría; no seguiría tratando de adivinar lo que Ella esperaba de él; se acabaron las indecisiones y pensar en lo correcto, se acabó la brillante armadura.
Se iba a lanzar a pecho descubierto, por una vez sería Ella quien tuviera que decidir entre dar un paso adelante o un paso atrás.