Hasta entonces, lo que más le dolía era no poder verla. Pero ahora, aunque estaba sentado a un metro de Ella, parecía que les separaba un cristal blindado. Era como para arrancarse el corazón y tirarlo por el retrete, directamente.
Hasta entonces, lo que más le dolía era no poder verla. Pero ahora, aunque estaba sentado a un metro de Ella, parecía que les separaba un cristal blindado. Era como para arrancarse el corazón y tirarlo por el retrete, directamente.