Empezaba a estar harto de tantos rechazos, de que siempre hubiera alguien más guapo, más delgado más joven o xon más pelo. Empezaba a estar harto de tanta superficialidad, de tanto postureo, de que lo único que importase fuese el envoltorio y no el regalo.
Enpezaba a estar harto de todo, pero sobre todo, de sentirse despreciado, infravalorado, de qur nunca era lo bastante bueno. Porque sí que lo era.