Estaba seguro de que Ella también pensaba en él. La canción de Coldplay que había elegido para felicitarle no había sido al azar, estaba claro; ni tampoco el mensaje de buenas noches con la palabra «Lover«, y mucho menos el acrónimo «IMU» con el que se despidió de él aquella noche. Ella había elegido un compendio de detalles y momentos realmente significativos de la relación que habían tenido, y aquello no podía ser casualidad, como tampoco la invitación al día siguiente.
Así que estaba seguro de que, en el oasis que suponía para Ella la playa, con todo el tiempo y sin las presiones, pensaba en él. Y claro, él se pasaba las horas ideando planes alocados, ingenuos y osados a partes iguales, para encontrarse con Ella antes de que los días de libertad de ambos se acabasen. Pero cuanto más osados y alocados, más irreales se volvían aquellos planes, por muy seguro que estuviera de que si Ella le llamaba, él no dudaría ni un segundo en salir corriendo a Su encuentro.
Por tanto, era momento de recuperar el control antes de que tanta fantasía les llevase de nuevo al borde del abismo de la soledad y la tristeza. Porque, aunque pensara en él, Su silencio implacable terminaría ahogando cualquier resquicio de llama que pudiera haber renacido. Retomar el control, bloquear todo, cambiar de música, evitar el balcón, no escribir más. Ser tan implacable como Su silencio.
Aunque, quizá, sí que escribiría algo, al menos durante unos pocos días más. Por si a Ella, en Su oasis, le daba por leerle mientras le pensaba.