Precisamente porque aún podía sentir la fuerza con que Ella agarró sus manos y le «obligó» a rodear Su cintura justo cuando salían del bar el sábado anterior, se encontraba una semana después sentado en el balcón con un bourbon en la mano.
Y era consciente de cuánto se equivocaba al hacerlo, porque el retorno a la rutina le había devuelto la calma que le otorgaba una mente ocupada, pero también una semana sin que Ella diera señales de vida. Pero allí estaba, como tantas y tantas noches.
Porque sabía que todavía le quedaban muchas, muchas noches de bourbon y canciones hasta que lograse su gran propósito para aquel año; por eso, porque tenía que intentar ahorrarse algunas de aquellas noches como fuese, era tan importante que consiguiera su primer propósito: abandonar su Refugio y dejar de escribir sobre Ella.