Por primera vez en mucho tiempo, le había dicho que no. Preveía que aquella situación iba a ocurrir, él ya tenía otros planes, y no eran compatibles. Y alguna vez tenía que ser la primera.
Aunque había estado tenso todo el día por si se confirmaban sus temores, al ver que pasaban las horas y no había contacto de Ella le entristeció un poco, pero le relajó mucho más, puesto que se parecía que se iba a evitar el disgusto. Pero no, ya bien entrada la noche llegaron primero Sus mensajes para reunirse con el grupo con que Ella iba, que él no leyó por una confusión con su reloj, y unos instantes después Su llamada: al principio pensó en no contestar, pero lo hizo. Tal y como se había temido, Ella le animaba a reunirse, pero él declinó la oferta sin querer dar detalles de que estaba en otra compañía y no era posible, cometiendo además el error de contarle el local habitual en que se encontraba. Ella no insistió, se despidieron cordialmente, y él volvió a su silla inventando una excusa para la llamada y tratando de asimilar que no iba a verla aquella noche y que no había forma de cambiarlo.
Pero apenas quince minutos después, Ella y sus acompañantes aparecieron en el mismo local, y él se quedó petrificado. No le vieron al llegar, pero justo cuando pensaba que pasaría desapercibido, repararon en él. Tocaron saludos y presentaciones que no estaban previstos, y un momento violento en que ninguno de los dos sabía qué decir o hacer. Él no les ofreció que se sentaran a su mesa (tampoco tenían sillas para ello), y Ella decidió que mejor se iban a otro sitio. Y él se sintió fatal, primero por no poder pasar un rato con Ella con lo poco que se veían, y segundo porque parecía que la estaba traicionando.
Así que disimuló cuanto pudo, acortó la velada con su acompañante al máximo fingiendo cansancio, y en cuanto se vio solo Le escribió para ver si Ella seguía por ahí. No obtuvo respuesta. Y como no podía acallar el griterío de su corazón, se plantó en el último al que Ella se había dirigido. Pero ya no estaba, obviamente.
Tumbado en la cama dos horas después, trataba de decidir si estaba más triste, confundido, arrepentido o enfadado, porque ni era capaz de dejar de amarla, ni era capaz de pasar página, ni encontraba el valor para luchar por Ella y demostrarle que Ella le necesitaba tanto a él como él a Ella.