Bueno, pues ya estaba hecho. Se había armado de valor, lo pensó muy poco y le pidió que se vieran unos minutos antes del puente para darle el pequeño regalo. Ella le propuso quedar para un café en un lugar muy público y a la vista de todos lo que, a fin de cuentas, reforzaba su decisión.
Que se lo dijera o no dependería del tono de la conversación y de Su actitud con él, pero que iba a intentar pasar página lo tenía más que claro. Porque seguir enrocado en la esperanza de algo que no iba a ocurrir nada más que me generaba ansiedad, dolor y desesperación.
Así que, igual que había pagado el precio por estar con Ella, estaba dispuesto ahora a pagarlo por separarse de Ella.