Tenía mil motivos para escribir aquella noche, la gran mayoría relacionados con Ella, Sus silencios y Sus ausencias.
Pero era más tarde de la cuenta, él estaba más cansado, triste y bebido de la cuenta, y tampoco iba conseguir cambiar nada que le hiciese sentirse un poco menos triste. Así que entró en casa, se dejó caer en la cama sin ponerse ni pijama siquiera, y se abandonó al mundo onírico rogando que, si tenía que soñar con algo, que fuese con cualquiera cosa menos con Ella.
Ya se volvería a preocupar del desastre de su vida al día siguiente.