Vestido rojo

Toda una semana de no escribir, de bloquear sus sentimientos, de hacerse el duro y el distante, para que Ella le desarmara con dos mensajes de apenas veintiuna palabras. Y por la noche, un vestido rojo que haría enmudecer al mismísimo Zenón de Citio.

Maldita bendita suerte haberse cruzado con una diosa reencarnada en mujer. Y maldito bendito vestido rojo.