Majaderías

Después de media vida, él había aprendido a no creer en el destino, ni en majaderías por el estilo. Y sin embargo, volvía a encontrarse con Ella de manera absolutamente fortuita y casual por segunda vez en tres días.

Era probable que el destino no existiese, pero tanta casualidad que les hacía cruzarse una y otra vez hacia sospechar a cualquiera.