Portales

De nuevo domingo, odiaba los domingos. Aún no se había perdonado que el domingo anterior «podía haber sido El Domingo», y no lo fue. Y aquel domingo Ella estaba a setecientos kilómetros de distancia, y el tenía las palabras encerradas bajo siete candados.

Pero de repente sonaba Portales, él sonreía como un payaso triste, y odiaba aún más los domingos.