Después de las cervezas «clandestinas» de un par de días atrás, se había preparado mentalmente para la semana que estaba por venir: Ella se iba de viaje, se imponía silencio absoluto, y él se hacía decidido a bloquear todos sus sentimientos, al punto de evitar canciones, bourbon, incluso las palabras en su Refugio.
Pero había bastado una simple foto medio descuidada de Ella, sin posar, casi sin arreglar, para que todo su búnker saltase por los aires. La añoraba, la deseaba, necesitaba Su contacto y Sus palabras, necesitaba Su voz y Su mirada. Anhelaba Sus labios y Su cuerpo.
Daba igual lo que hiciera, no había búnker que pudiera resistir ante Ella.